Le rêve passe

El sueño pasa

Los soldados están allá dormidos en la llanura
donde el aliento de la tarde canta para arrullarlos,
la tierra con los campos de trigo cortados perfuma su aliento,
la centinela a lo lejos va con paso cadencioso.
De repente, en el cielo jinetes sin número
iluminan con destellos la imprecisa claridad,
y el pequeño sombrero parece guiar esas sombras
hacia la inmortalidad.
¿Los ven,
los húsares, los dragones, la Guardia,
orgullosos locos
de Austerlitz que el Águila observa,
aquellos de Kléber,
de Marceau cantando la victoria,
gigantes de hierro
que cabalgan hacia la gloria?
Pero el pequeño soldado
ve oscurecerse el sueño,
le parece allá lejos
que se avecina una tormenta,
el hidra con casco puntiagudo
avanza sigilosamente;
el niño despierta, conmovido,
pero todo duerme en silencio
y en su corazón el sueño ha regresado.
¡Los cañones!
¡Los clarines!
¡Escuchen!
¡Miren!
¿Los ven,
los húsares, los dragones, la Guardia,
todos saludan
al Emperador que los observa?
Y en un país claro donde la cosecha se dora,
el alma del pequeño soldado ve una antigua torre.
Aquí está la casita donde aquella a quien adora
espera su regreso, con la mirada inclinada.
Pero de repente... ¡Dolor! La ve más distante,
un velo de terror ha cubierto sus ojos azules.
Otra vez los cascos negros, el incendio y el odio,
¡ahí están, son ellos!
¿Los ven,
sus húsares, sus dragones, su Guardia,
búhos sombríos
arrastrando a la virgen desolada?
El viejo Estrasburgo
tiembla bajo sus cabellos de nieve.
Mueran tambores,
aquí viene el sangriento cortejo;
pronto el día rojizo
se levanta en el horizonte,
se toca la diana
y es de nuevo el sueño.
Los Gigantes del Año Dos
son reemplazados por otros.
Y estos soldados alegres
Francia... son los nuestros.
Rubias amadas, hay que secar sus ojos.
Sus amigos, aquí están.
¿Los ven,
los húsares, los dragones, el Ejército,
todos morirán
por la nueva epopeya?
Orgullosos hijos
de la raza,
toquen en los campos,
el sueño pasa.