fue su ardor de muchacha,
y en su voz la fragancia.
ojos de llanto y milagro,
fragua de besos que entregan,
Cuando regresa hacia el sur,
ni los besos le alcanzan,
Ella a sus brazos volvió,
hay que robarla cantando,
pájaros ebrios y estrellas la vienen llamando,
y las cigarras del viento le cuelgan su canto.