Umbrío por la pena, casi bruno, porque la pena tizna cuando estalla, donde yo no me hallo, no se halla hombre más apenado que ninguno. Pena con pena y pena desayuno, pena es mi paz y pena mi batalla, perro que ni me deja ni se calla, siempre a su dueño fiel, pero importuno. Cardos, penas me oponen su corona, cardos, penas me azuzan sus leopardos y no me dejan bueno hueso alguno.
No podrá con la pena mi persona circundada de penas y de cardos: ¡cuánto penar para morirse uno!

Composição: Joan Manuel Serrat