Caso do Vestido

Nossa mãe, o que é aquele
vestido, naquele prego?

Minhas filhas, é o vestido
de uma dona que passou.

Passou quando, nossa mãe?
Era nossa conhecida?

Minhas filhas, boca presa.
Vosso pai evém chegando.

Nossa mãe, dizei depressa
que vestido é esse vestido.

Minhas filhas, mas o corpo
ficou frio e não o veste.

O vestido, nesse prego,
está morto, sossegado.

Nossa mãe, esse vestido
tanta renda, esse segredo!

Minhas filhas, escutai
palavras de minha boca.

Era uma dona de longe,
vosso pai enamorou-se.

E ficou tão transtornado,
se perdeu tanto de nós,

se afastou de toda vida,
se fechou, se devorou,

chorou no prato de carne,
bebeu, brigou, me bateu,

me deixou com vosso berço,
foi para a dona de longe,

mas a dona não ligou.
Em vão o pai implorou.

Dava apólice, fazenda,
dava carro, dava ouro,

beberia seu sobejo,
lamberia seu sapato.

Mas a dona nem ligou.
Então vosso pai, irado,

me pediu que lhe pedisse,
a essa dona tão perversa,

que tivesse paciência
e fosse dormir com ele...

Nossa mãe, por que chorais?
Nosso lenço vos cedemos.

Minhas filhas, vosso pai
chega ao pátio. Disfarcemos.

Nossa mãe, não escutamos
pisar de pé no degrau.

Minhas filhas, procurei
aquela mulher do demo.

E lhe roguei que aplacasse
de meu marido a vontade.

Eu não amo teu marido,
me falou ela se rindo.

Mas posso ficar com ele
se a senhora fizer gosto,

só pra lhe satisfazer,
não por mim, não quero homem.

Olhei para vosso pai,
os olhos dele pediam.

Olhei para a dona ruim,
os olhos dela gozavam.

O seu vestido de renda,
de colo mui devassado,

mais mostrava que escondia
as partes da pecadora.

Eu fiz meu pelo-sinal,
me curvei... disse que sim.

Sai pensando na morte,
mas a morte não chegava.

Andei pelas cinco ruas,
passei ponte, passei rio,

visitei vossos parentes,
não comia, não falava,

tive uma febre terçã,
mas a morte não chegava.

Fiquei fora de perigo,
fiquei de cabeça branca,

perdi meus dentes, meus olhos,
costurei, lavei, fiz doce,

minhas mãos se escalavraram,
meus anéis se dispersaram,

minha corrente de ouro
pagou conta de farmácia.

Vosso pais sumiu no mundo.
O mundo é grande e pequeno.

Um dia a dona soberba
me aparece já sem nada,

pobre, desfeita, mofina,
com sua trouxa na mão.

Dona, me disse baixinho,
não te dou vosso marido,

que não sei onde ele anda.
Mas te dou este vestido,

última peça de luxo
que guardei como lembrança

daquele dia de cobra,
da maior humilhação.

Eu não tinha amor por ele,
ao depois amor pegou.

Mas então ele enjoado
confessou que só gostava

de mim como eu era dantes.
Me joguei a suas plantas,

fiz toda sorte de dengo,
no chão rocei minha cara,

me puxei pelos cabelos,
me lancei na correnteza,

me cortei de canivete,
me atirei no sumidouro,

bebi fel e gasolina,
rezei duzentas novenas,

dona, de nada valeu:
vosso marido sumiu.

Aqui trago minha roupa
que recorda meu malfeito

de ofender dona casada
pisando no seu orgulho.

Recebei esse vestido
e me dai vosso perdão.

Olhei para a cara dela,
quede os olhos cintilantes?

quede graça de sorriso,
quede colo de camélia?

quede aquela cinturinha
delgada como jeitosa?

quede pezinhos calçados
com sandálias de cetim?

Olhei muito para ela,
boca não disse palavra.

Peguei o vestido, pus
nesse prego da parede.

Ela se foi de mansinho
e já na ponta da estrada

vosso pai aparecia.
Olhou pra mim em silêncio,

mal reparou no vestido
e disse apenas: - Mulher,

põe mais um prato na mesa.
Eu fiz, ele se assentou,

comeu, limpou o suor,
era sempre o mesmo homem,

comia meio de lado
e nem estava mais velho.

O barulho da comida
na boca, me acalentava,

me dava uma grande paz,
um sentimento esquisito

de que tudo foi um sonho,
vestido não há... nem nada.

Minhas filhas, eis que ouço
vosso pai subindo a escada.

Estuche de Vestir

Nuestra madre, ¿qué es eso?
vestido, en ese clavo?

Mis hijas, es el vestido
de una dama que pasó por aquí

¿Cuándo pasó, nuestra madre?
¿Era nuestra conocida?

Mis hijas, la boca atorada
Tu padre viene

Nuestra madre, diga rápido
Qué vestido es ese

Mis hijas, pero el cuerpo
se enfrió y no lo llevaba

El vestido, en esta uña
Está muerto, tranquilo

Oh, mi madre, ese vestido
¡Tantas ganancias, este secreto!

Mis hijas, escuchen
palabras de mi boca

Era una larga distancia
Tu padre se enamoró

Y estaba tan molesto
ha perdido mucho de nosotros

se alejó de toda vida
se apagó, se devoró

gritó en el plato de carne
bebió, luchó, me pegó

Me dejó con tu cuna
fue a la amante de lejos

pero el dueño no llamó
En vano el padre suplicó

Él dio una póliza, granja
dar un coche, dar un oro

Bebería tus sobras
Te lamería el zapato

Pero el dueño ni siquiera llamó
Entonces tu padre, ira

me pidió que te preguntas
a este malvado propietario

que tuvo paciencia
e ir a dormir con él

Nuestra madre, ¿por qué lloras?
El pañuelo que te dimos

Mis hijas, tu padre
llega al patio. Lo disfrazamos

Nuestra madre, no escuchamos
paso en el escalón

Mis hijas, busqué
esa mujer de la demo

Y le rogué que apaciguara
de mi marido a voluntad

No amo a tu marido
Me dijo que se estaba riendo

Pero puedo quedárselo
si te gusta

sólo para satisfacerte
No para mí, no quiero un hombre

Miré a tu padre
Sus ojos lo pidieron

Miré a la mala amante
Sus ojos se acercaban

Tu vestido de encaje
de un montón de vueltas perdientes

más mostró que se escondió
las partes del pecador

Hice mi señal por
Me incliné... Dije que sí

Estaba pensando en la muerte
Pero la muerte no fue suficiente

Caminé por las cinco calleas
Pasé el puente, pasé el río

He visitado a sus familiares
no comía, no habla

Tuve fiebre en tercer lugar
Pero la muerte no fue suficiente

Estaba fuera de peligro
Me volví cabeza blanca

Perdí mis dientes, mis ojos
cosido, lavado, hecho dulce

mis manos han escalado
mis anillos se han dispersado

mi cadena de oro
pagó una factura de farmacia

Tus padres desaparecieron en el mundo
El mundo es grande y pequeño

Un día el magnífico propietario
me parece ya sin nada

pobre, destrozado
con su lechón en la mano

Señora, usted me dijo en silencio
No te doy a tu marido

No sé dónde está
Pero te doy este vestido

última pieza de lujo
que guardé como recuerdo

de ese día de serpientes
de la mayor humillación

No tenía amor por él
para el amor más tarde recogido

Pero luego tiene náuseas
confesó que sólo le gustaba

de mí como solía ser
Me tiré a tus plantas

Hice todo tipo de dengo
en el suelo me compré la cara

Me tiré por el cabello
Me lancé a la corriente

Me corté con un cuchillo
Me tiré al sumidero

Bebí agallas y gasolina
Recé doscientos nueves

amante, no valía nada
Tu marido se ha ido

Aquí traigo mi ropa
que recuerda mi mal hecho

ofender a la señora casada
pisando tu orgullo

Consigue ese vestido
y dame tu perdón

Miré su cara
¿Qué crees que tus ojos brillan?

la de la gracia con sonrisa
¿Qué hay de la vuelta de camelia?

dejar caer esa pequeña cintura
¿Esbelta como caliente?

la de los zapatos de los pies pequeños
con sandalias de raso?

La miré mucho
La boca dijo nada

Tomé el vestido, me lo puse
en ese clavo de la pared

Ella ha ido por y por y por
y ya al final de la carretera

Tu padre aparecería
Me miró en silencio

apenas notó el vestido
y acaba de decir: - Mujer

Pon otro plato sobre la mesa
Lo hice, él se asentó

comió, se limpió el sudor
siempre fue el mismo hombre

comió la mitad en el lado
y ni siquiera era mayor

El ruido de la comida
en mi boca, lo acarició

me dio una gran paz
una sensación extraña

que todo era un sueño
No hay vestido... ni nada

Mis hijas, he aquí, oigo
tu padre escalando la escalera

Composição: Carlos Drummond de Andrade