(Vals)

Hundida entre maizales
a doble filo armados,
arqueada en el maní
de verdores rastreros,
andrógina en tu ropa
de varón y de hembra
muchacha campesina,
liviano panadero.

El rostro se te hizo
a viento y madrugada,
enero agrió limones
en tus mejillas nuevas
y el baile de tu paso
se endureció en los zuecos,
como tus manos palas
dando vuelta la tierra.

Un pajilla ruinoso
sobre la mata arisca,
los viejos pantalones
sobre la gris pollera,
partida por el eje
de tus riñones rotos
y los ojos caídos
en un lugar cualquiera.

Muchacha campesina,
verdadera muchacha,
no la mentida rosa
del pago o la calandria,
no la mentida rosa
del pago o la calandria.

Promiscua, desclasada
por un tiempo en hectáreas,
perdida en un delirio
de girasoles de oro,
cuando tus senos alcen
apenas la camisa
te harán madre, aunque sigas
siendo niña, en el fondo.

Aparejada al hombre
en áridas cosechas,
el amor de tu cuerpo
se da en puro contacto
y en la "fiesta del pobre"
sucederán los hijos,
los que mañana mismo*
pueden todo cambiarlo.


* En la versión del autor se incluye una contravoz que dice "¡Hoy mismo!"

Composição: Eduardo Larbanois / Washington Benavides